Fuente: CCIAP
Panamá es una nación democrática con instituciones establecidas y procesos que cuyo propósito es garantizar la estabilidad y el respeto a la ley. Si bien no somos un Estado de Derecho perfecto, los panameños hemos luchado constantemente por su fortalecimiento y perfeccionamiento, con el objetivo de salvaguardar la justicia, la transparencia y el desarrollo sostenible del país. A lo largo de nuestra historia, hemos enfrentado desafíos, pero siempre con la convicción de que el camino hacia una democracia sólida es un esfuerzo continuo que requiere el compromiso de todos.
Uno de los mayores ejemplos de nuestra capacidad de gestión institucional es la administración del Canal de Panamá. Desde su traspaso en 1999, el Canal ha operado bajo un régimen autónomo que ha permitido su crecimiento sostenido y su eficiencia en el comercio global. La independencia de su gestión, establecida en el Título Constitucional del Canal de Panamá y la legislación correspondiente, ha sido clave para garantizar su funcionamiento neutral al servicio del mundo. A 25 años de este hito, Panamá ha demostrado que puede administrar con éxito una de las rutas comerciales más importantes del planeta, reafirmando su capacidad y compromiso con la comunidad internacional.
Como nación, Panamá ha construido relaciones diplomáticas sobre la base del diálogo y los consensos. Nuestra política exterior ha sido históricamente respetuosa y orientada al multilateralismo, valorando a nuestros socios en el concierto de naciones y promoviendo la cooperación en beneficio mutuo. Este enfoque ha sido esencial para fortalecer la confianza internacional en el país, consolidando su posición como un centro de conexiones estratégicas.
Si hay algo que ha definido a Panamá en su historia reciente, es la lucha por su soberanía y el derecho a definir su propio destino. Durante el siglo XX, los panameños emprendieron una batalla incansable para recuperar el control total de su territorio, una causa que culminó con la firma de los Tratados Torrijos-Carter en 1977 y la transferencia del Canal en 1999. Esta victoria reafirmó la determinación del pueblo panameño de ejercer plenamente su soberanía, asegurando que las decisiones sobre sus recursos y territorio sean tomadas por y para los panameños.
Bajo este contexto, consideramos que el Gobierno Nacional ha manejado de manera adecuada su estrategia diplomática frente a la nueva administración de los Estados Unidos, actuando de buena fe y en el marco de las relaciones bilaterales constructivas. Sin embargo, cuando de manera oficial se presentan declaraciones que no se ajustan a la realidad, es imperativo que sean desmentidas de manera oficial y categórica. En ese sentido, es conducente y necesario que el Gobierno Nacional haya salido a desmentir estas falsedades a través de los mismos canales oficiales en los que fueron emitidas. No hacerlo habría significado dejar en el aire afirmaciones que no reflejan la realidad y que podrían afectar la imagen y los intereses del país. La diplomacia debe estar basada en la verdad y el respeto mutuo, y Panamá no puede permitir que se construyan narrativas inexactas que distorsionen su posición en la comunidad internacional.
Panamá debe continuar siendo un ejemplo del lema Pro Mundi Beneficio, contribuyendo al comercio global y a la cooperación internacional. Pero esto nunca debe ser en detrimento de nuestra soberanía ni independencia. El compromiso con el mundo no puede significar la aceptación de afirmaciones falsas que busquen instrumentalizar a Panamá para los intereses de terceros. La nación panameña y los panameños defenderemos siempre nuestra dignidad como nación con autodeterminación y dueña de su destino.