Fuente: CCIAP
Esta semana, Panamá ha vivido hechos clave que marcarán el rumbo institucional del país. La Contraloría General de la República culminó una auditoría crucial a Panama Ports Company (PPC), y de inmediato, la Procuraduría General de la Nación abrió una investigación basada en sus hallazgos. Estas acciones, oportunas y contundentes, representan un paso firme hacia la rendición de cuentas y el fortalecimiento de nuestras instituciones. Es lo que los ciudadanos exigen y el país necesita: transparencia, legalidad y compromiso con la verdad.
Sin embargo, mientras estas instituciones cumplen con su deber, en la Asamblea Nacional se presenta un Proyecto de Ley que va en sentido contrario. Se trata de una propuesta que pretende otorgar amnistía a personas condenadas —o que resulten condenadas— por delitos de corrupción en casos emblemáticos como New Business, Odebrecht y Blue Apple. Esta iniciativa contradice directamente la actuación responsable de la Contraloría y la Procuraduría, y representa un intento burdo de socavar el Estado de Derecho.
La Constitución es clara: la amnistía aplica exclusivamente a delitos políticos. Intentar extender esa figura a delitos comunes, y peor aún, a casos de corrupción, es un grave atropello legal y moral. Es una señal de impunidad que erosiona la confianza ciudadana y hiere profundamente el sentido de justicia. Exigimos al Órgano Legislativo que rechace de plano esta propuesta, y al Ejecutivo que no la respalde bajo ninguna circunstancia.
Todo esto ocurre mientras Panamá enfrenta un escenario internacional delicado, particularmente en su relación con Estados Unidos, uno de nuestros principales socios comerciales y estratégicos. En medio de esta coyuntura, el país necesita orientación, madurez y unidad. Reconocemos el esfuerzo del Gobierno Nacional por afrontar estos retos en el plano global, corresponde con este mismo esfuerzo presentar ante la ciudadanía una hoja de ruta sobre lo actuado y como continuar. Sabemos que no son momentos fáciles, pero se requiere de la templanza que les ha caracterizado frente a otros temas y brindar estas explicaciones para que, como nación, podamos estar unidos en principios y objetivos comunes.
Panamá es un país pequeño, pero con un gran valor estratégico. Nuestra fortaleza no está en la confrontación ni en el ruido político: está en el diálogo, en el consenso, en el respeto al multilateralismo, en la defensa firme de nuestras instituciones y nuestra soberanía.
No es momento para agendas ocultas ni para aprovechar la confusión con fines políticos. Es momento de poner a Panamá por delante de cualquier interés personal o partidista. Lo que está en juego va más allá: está en juego la credibilidad de nuestras instituciones, la estabilidad de nuestra democracia y la confianza de los ciudadanos en su futuro.
Hoy más que nunca, Panamá necesita justicia firme, instituciones sólidas y una ciudadanía unida. Vestir la camiseta del país no es un discurso: es una responsabilidad.