Por: Lenny Durán
Las cuarentenas decretadas debido al COVID-19, durante 2020, pusieron a prueba las cadenas de suministro en todo el mundo. Los cierres iniciados en China —conocida como la “fábrica del mundo”— impactaron a las principales economías, debido a que la mayoría de las importaciones provienen de esa región y muchas empresas trasladaron sus operaciones allá por los bajos costos que ofrecen, principalmente en lo relacionado con la mano de obra.
Las paralizaciones revelaron cuán vulnerables son las cadenas de suministro y pusieron sobre la mesa alternativas como el nearshoring (la transferencia de una parte de la producción a países más cercanos desde el punto de vista geográfico).
Ya la guerra comercial iniciada en 2018 entre Estados Unidos y China ocasionó que algunas empresas estadounidenses mudaran sus fábricas fuera de China a países como Vietnam, Filipinas, India y miraran a países de América Latina como México. Así, el nearshoring se planteó como una oportunidad de oro para la región.
Sin embargo, el proceso no será nada fácil, considera Eddie Tapiero, presidente de la Comisión de Estudios Logísticos del Consejo Logístico Empresarial (COEL), quien conversó con Hub News acerca de este y otros temas relacionados con el sector.
Varios países han establecido estrategias para blindarse y que no les suceda lo de 2020, porque el confinamiento en China los afectó mucho y hablan de una doble cadena de suministro. ¿Cómo observa este proceso?
Se habla del nearshoring, hay un impulso, pero cambiar de suministro de un día para el otro, si lo vemos objetivamente, no es posible, porque hay dos factores: el primero es que están en Asia y allá hay un mercado creciente con bastantes personas, entonces no van a dejar esa fábrica allá para venirse a producir lejos de un mercado creciente. El otro es que estas fábricas trabajan en un ecosistema, se benefician del área geográfica donde están y de los suministros, porque muchas veces los que le suplen a esas empresas se estacionan alrededor de ellas.
Para poder hacer un movimiento realmente de nearshoring tendrían que incluir la fábrica y su entorno, entonces la decisión es muy difícil, o sea, sí va a haber productos que se van a mover, pero la migración va a ser incentivada por temas que no van a ser tan económicos sino de seguridad nacional. Van a necesitar ciertos subsidios para hacer eso y dejar de producir de ese lado del mundo.
¿Qué pasará con América Latina?
Ahora tenemos nuevas tecnologías que están llegando, las impresoras 3D, los nodos de Inteligencia Artificial, eso permitiría el desplazamiento de cadenas de suministro. Sin embargo, todavía falta mucho para decir “vamos a mover una fábrica”, dadas las economías de escala (situación en la que una empresa reduce sus gastos de producción al expandirse), de los subsidios que hay en Asia, dada su integración regional que vamos a ver aparecer nuevas cadenas de suministro.
Sí hay iniciativas del presidente Biden de traer inversión en el Triángulo Norte para limitar la migración, incluyendo a Costa Rica. Ellos están trayendo empresas para que se establezcan y eso está yendo de la mano con un programa de anticorrupción. Eso sí permitiría ya que se establecieran aquí y que hubiera las oportunidades de diversificar las cadenas de suministro, pero así como un cambio radical todavía falta mucho para eso.
¿Cómo se beneficia Panamá de este acuerdo de EE.UU.?
En el Triángulo Norte están México, Honduras, Guatemala, El Salvador y Costa Rica. Panamá como está más alejado de allí no está siendo parte del Triángulo del Norte, pero están entrando inversiones por otras iniciativas como el control de drogas, energía y el uso de las ventajas competitivas de los puertos. Hay varias iniciativas que se están desarrollando como Puerto Barú, que tiene un gran potencial y en esa dirección estamos viendo la inversión que está llegando.
¿Cómo evalúa el desarrollo del sector logístico?
Los inconvenientes que se han presentado demuestran la resiliencia, la fuerza y la importancia que tiene la logística para el mundo, no solamente para Panamá. A pesar de que las economías del mundo cerraron, la logística y los nodos importantes como Panamá permitieron que no hubiera desabastecimiento general o problemático de ciertos bienes, mantuvieron el flujo del comercio y han ayudado mucho con la distribución de la vacuna.
Al inicio de la pandemia, la Organización Mundial de Comercio tenía unos escenarios de caída de 34% sin embargo fue solo un 9%. Yo creo que estos problemas que vemos son puntos donde tenemos que mejorar y ver cómo los arreglamos, pero lo que ha demostrado Panamá es que es capaz de servir al mundo en estos tiempos tan críticos.
¿Cómo ha sido el crecimiento en 2021?
Se ha mantenido creciendo a la par de todo lo que ha pasado en el mundo. Ya sobrepasó los niveles de 2019, estamos hablando que puede estar creciendo más del 10%. Ya para medio año los volúmenes estaban casi sobrepasando los niveles de 2019 y eso se dio debido al auge en la demanda que hay en los países desarrollados, que ha causado todo este movimiento de carga, el aumento en los fletes, las congestiones portuarias, todo esto se va a mantener, por lo menos por los próximos dos años.
Ya para el 2023 se espera que haya una mejora debido a la entrada de nuevos buques en la flota y eso va a reducir la presión, pero todavía hay exceso de cargas, de tonelaje que hay que mover.